El Atlético de Madrid naufraga y tendrá que remontar el partido en Londres

El Atlético de Madrid cae derrotado por la mínima en casa. Perdió en la ida de los octavos de final contra el Chelsea. Lo analizamos ya.

GOLAZO DE CHILENA

El Atlético cae derrotado. La segunda mitad se vivió en la misma línea argumental que la primera. Un Atlético muy atrincherado, un Chelsea muy presionante. Quizás le faltaba un último toque, pero pintaba mal. El equipo rojiblanco sobrevivía en alguna jugada aislada, como una chilena de Joao Félix que se marchó a las nubes. Pero la tendencia del partido era preocupante.

Desde que Simeone se hiciese cargo del Atlético de Madrid allá a finales de 2011, no son muchos los partidos en los que se ha visto a su equipo impotente, incómodo. Obviamente los ha habido, pero lo cierto es que la tendencia ha sido mayormente la contraria. Una de las muchas virtudes del Atlético en este tiempo fue precisamente esa, molestar, incomodar, amargarle la vida a los rivales.

¿QUÉ OCURRIÓ EN BUCAREST?

Pero en Bucarest se encontró precisamente con lo contrario, un partido en el que fue dominado, en el que le costó generar, en el que tuvo que defenderse mucho. Tuvo ocasiones, alguna buena claro, porque tiene buenos futbolistas, pero el partido dejó el regusto amargo de verse desbordado, maniatado, inferior. Un poco en la línea de lo que ha sido el equipo colchonero en esta Champions, no tan sólido, mucho más irregular, menos seguro de sí mismo.

Perdió el Atlético en Bucarest, 0-1, merced a un golazo de Giroud. La buena noticia para el equipo rojiblanco es que aún resta un partido de vuelta en el que el Atlético tendrá que dar la vuelta a la eliminatoria y lo hará con jugadores recuperados. La mala, que Tuchel ganó sobradamente el duelo de banquillos y que la diferencia de ambos equipos pareció inesperadamente mayor de lo que se esperaba. Pero bueno, en Londres no habrá cabida para la especulación y los de Simeone tendrán que ir a por todas si quieren pasar. El Atlético se ha ganado el derecho a que se confíe en él.

Diego Simeone, entrenador del Atlético de Madrid , dejó claro en la previa que su equipo no es de los que se escudan en las excusas. Que jugar en Bucarest la ida, por más que el escenario traiga a la memoria de los hinchas el aroma de la primera gloria de la era Simeone, era una desventaja para los rojiblancos, es algo que hasta Thomas Tuchel reconoció antes de jugar.

Lo ve todo el mundo menos los responsables del circo, que aunque los trapecistas se la jueguen sin red y caigan, el espectáculo sigue adelante, pese a todo, pese a todos. Simeone, al que algunos acusan de defensivo, de timorato, de apocado, cuando en más de ocho años ha habido oportunidad para entender que el Cholo es sobre todo un entrenador con mayúsculas, capaz de travestir al equipo una y otra vez con el único objetivo de ganar; puso en liza un once eminentemente ofensivo.

Se podría decir, casi, que lo puso todo. Porque en este contexto de tantas bajas a cuenta de las sanciones, lesiones y el dichoso Covid, el equipo rojiblanco que saltó al césped rumano era lo más ofensivo posible entre lo que podía elegir Simeone. En frente, un revitalizado Chelsea de la mano de Thomas Tuchel tras el despido de Frank Lampard, con una inversión de 250 millones de euros el pasado verano.

El alemán ha cambiado la cara de este equipo inglés que ahora domina los partidos. Y eso se vio en la primera mitad del choque en Rumanía. El Chelsea se adueñó del balón y presionó con intensidad, a un Atlético que circulaba una marcha más bajo que su rival. Con todo, los primeros trazos del choque dejaron varias buenas ocasiones, un mal control de Mendy que casi aprovecha Saúl, un pase cruzado de Suárez al que casi llega Lemar … Otro parecido de Hudson-Odoi al que por poco no tocó Werner.

UN ATLÉTICO INCÓMODO

En esa primera mitad, el Atlético no lograba trenzar posesiones largas y a cuenta de ello sufría más de la cuenta. El equipo colchonero pasaba apuros, sobre todo, por su costado izquierdo. Sin Carrasco, lesionado, con Saúl en la medular junto a Koke, Lemar tenía que ayudar a Hermoso por ese lado y Hudson-Odoi y Mount se imponían. No ayudaba tampoco la imprecisión de los pases desde la defensa a la medular, con los rivales muy encima. Un partido con malas sensaciones de entrada, de esos en los que al Atlético se le veía incómodo. Muy replegado, aunque quizás fuese parte de lo previsto por el entrenador colchonero. Una de esas noches en las que tocaba sufrir, apretar los dientes. Sensaciones parecidas a las del partido ante el Leipzig.

El equipo inglés se imponía por físico y por ocupación de los espacios. Además, también ganaba en ‘cancheo’ a los colchoneros, sabiendo cómo parar con falta la jugada cuando era necesario. Werner metía el susto en el cuerpo con un disparo en el área bien atajado por Oblak. El equipo de Simeone no tenía metros para correr hasta casi la última jugada de la primera mitad, una de las pocas contras que acababa con un pase de la muerte por parte de Correa a Luis Suárez, quien remataba al aire cuando parecía que ya la embocaba.

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