El ser humano vive en un mundo en constante competencia, es una cerrera por lograr los mejores puestos de trabajo, el mejor salario, la mejor calidad de vida, siempre acorde a lo que cada uno entienda por su propia felicidad. En muchas empresas la competitividad se utiliza como una herramienta para mejorar el potencial de sus trabajadores, una forma de evitar acomodamientos que puedan influenciar negativamente en el desarrollo personal y los negocios empresariales, al fin y al cabo lo importante es alcanzar las metas que cada uno se propone y que estas sirvan de motivación por su propio peso.
El fútbol es igual, el gran objetivo de un futbolista está en llegar a lo más alto, algunos desean ser referentes internacionales, otros de sus selecciones, alguno fichar por un equipo de un país exótico con la intención de hacerse de oro, ganar la Champions, arraigar en la máxima categoría, triunfar con tu equipo del alma… Si hay algo que no nunca debería faltar en el mundo del fútbol es una causa por la que sentirse motivado. Cuando un jugador deja de tener objetivos la competencia pasa a ser ese empujón, el toque de atención o incluso el creador de un nuevo objetivo, que a pesar de no resultar una evolución en sus propias carreras pasa a ser una competición por mantener tu puesto, transmitir el miedo de que todas las ventajas que le otorgan la sociedad a los futbolistas resultan amenazadas en caso de darlo todo por hecho.
Este es el Levante, un equipo con grandes estrellas en donde no hay nadie que les pueda dar un toque de atención, no existen motivos por los que los Campaña, Aitor o Morales puedan ver peligrar sus ventajas como jugadores de fútbol. En varios casos es una falta de actitud, en la plantilla muchos juegan sobre un sofá de diamantes esperando ingresar cada mes su sueldo Nescafé, con la tranquilidad de saber que son intocables y esenciales, ya sea por méritos o por el contrato de sus vidas. A Campaña se le ha subido el ego a la cabeza, una vez empezó a ocupar caras en periódicos fuera de la Comunitat se le olvidó regresar del merecido premio de la selección, una experiencia gratificante pero efímera la cual se gana a través de la constancia, y que a no ser que seas jugador del Barça o del Madrid tu puesto nunca estará asegurado, más aún si eres del U.D. Levante, Levante F.C., Unión Musical Levante y no sabes si juegas en el Ciudad de Levante o dios sabe donde, los medios todavía no lo tienen claro aunque resulta gracioso ver como juegan a adivinarlo.
Es muy fácil ver un partido desde la tele, notar a los 20 minutos que hoy no hay ganas de jugar a fútbol y que Campaña está más pendiente de dar una nueva entrevista para dejarse querer por un grande que sacar un corner en el minuto 94 con el empate y el Levante penúltimo. La solución que nos viene a todos a la cabeza es sentarlo en el banquillo, pero claro “¿Me sientas a mi? Pues bien, a ver a quien sacas” pensará el sevillano. Lo mismo me pasa con Aitor si su competencia es Koke, ya veremos Cárdenas. El mejor portero español y el que más paró en Europa el año pasado da 2 pasos atrás, tampoco se le puede pedir que repita lo de otras noches, además con tanta lesión para un portero y sobre todo con el fallecimiento de su padre todavía reciente me cuesta moralmente echar mucho más en cara.
A Morales no le debe de sentar bien tanta titularidad, o al menos con el nivel actual. No habrá levantinista que dude de la implicación del capitán, tampoco de su necesaria renovación por su simbología, pero estamos de acuerdo en que si tras varios malos partidos repetidamente darle la seguridad de que cada semana tendrá otros 75 minutos para resarcirse… Me gustaría ver si dándole solo 20 las marchas subirían, igual que a Melero. Con otros jugadores como Roger no cuesta tanto dar banquillazos. Claros ejemplos son los fogonazos de De Frutos, los últimos minutos que deja Dani Gómez, los buenos minutos que parece dejar Rochina solo cuando sale de suplente… Son pequeños toques de atención, también esperamos que la oferta de renovación esté a la altura de su aporte más reciente.
Todos los caminos conducen a Roma, entre los causantes de crear el excesivo ambiente de relajación y de nula autocrítica ante los mismos errores jornada tras jornada está principalmente el equipo de la dirección deportiva. Está claro que la plantilla empeora la del año pasado, en gran parte se le achica a largos contratos que en ciertos casos provocan más relajación, aunque cuando un futbolista es profesional da igual cuanto cobres y cuanto tiempo vayas a estar, si vas empate en casa con un jugador más no irás a provocar una tangana para matar el tiempo. Otra jugada maestra que describe a quienes trabajan en los despachos ha sido filtrar las surrealistas exigencias de Rochina justo cuando el equipo más necesitaba que uno de los jugones pudiera poner en duda si realmente merece la pena esforzarse por salvar un equipo donde el año que viene no estará. Sin poder verificar la información, en caso de serlo resulta claro que en algún momento debía salir a la luz… Pero vaya momento.
